martes, 27 de noviembre de 2007

Un día cualquiera

9 de la mañana; suena el despertador. Te desesperas. Te preguntas ¿otra vez? ¿otro dia más? Dejas que seiga sonando una y otra vez...


10 de la mañana; "habrá que levantarse". Desayunas, caminas desanimado por el pasillo de tu casa, te preparas y sales a la calle a empezar otro día más, otra rutina más. Quieres coger el tren, pero no llegas, no te da tiempo. Tu cuerpo te pesa. ¿Corres? A duras penas lo alcanzas.


Las 12; Llegas a la uni, te lamentas, empiezas a hacer la cuenta atrás. Te preguntas ¿Por qué aquí? ¿Por qué esta carrera? Y haciendo una proyección al futuro te preguntas ¿qué me espera?. Vas a clase, alguien habla pero tu mente no se entera


La 1; Hora de la comida, por fín parece que la vida se aproxima. Pero dura poco tiempo, habrá que ir a la sala de estudios y después... después otra vez a clase. Alguien habla, pero tu mente no se entera.


Por fín llegan las 8. Coges el tren. Coges el tren y ves mucha gente. Personas alegres, que se sienten pletóricas por haber finalizado, una vez más, otro día más, otra jornada laboral. Podrán llegar a casa y contar al mundo que se sienten bien consigo mismas, autorrealizadas.


¿Pero tú? Tú no te sientes autorrealizado. Llegas de nuevo al hogar. Tu novia va a buscarte. Está contenta, se siente bien. Ella ve tu cara y te pregunta ¿Qué te pasa? Le dices que no te pasa nada. Algo pasa, ella se da cuenta, pero no entiende nada.


Llegas a casa. La hora de la cena. La familia reunida. Todos hablan, alguien se ríe, pero tu mente no se entera. Después de cenar vas a la cama y pones la tele. No quieres dormir porque sabes lo que viene. Viene otro día más, otra rutina más. Pero siempre te queda la esperanza de que mañana algo pueda cambiar.