jueves, 10 de abril de 2008

Por interés te quiero...

Dicen los psicólogos que todas nuestras relaciones con las demás personas son interesadas, es decir, que están motivadas o promovidas por nuestros propios intereses. Visto a bote pronto, uno no puede hacer nada más que sorprenderse ante tan atrevidas acusaciones. He de reconocer que mi primera reacción cuando escuché esta idea fué algo así como "¿Pero qué sabrán estos psicólogos de mi vida y de mis relaciones¡¡"

Pero basta con pensar un poco para darse cuenta de que estos psicólogos no están demasiado alejados de la realidad. Como decía un artículo que leí el otro día, la vida es una colección de cromos. Cada persona nace con sus cromos, algunos de ellos iguales a los de otras personas, pero otros nó, otros son cromos especiales, cromos que te hacen ser especial y único en el Mundo.
Pero mal que nos pese, nadie nace con la colección de cromos completa. Hacen falta muchos huecos por rellenar en nuestro álbum más profundo de nuestro ser, huecos que nos dispondremos a rellenar a lo largo de nuestra vida mediante relaciones con otras personas (amigos, familaires, novios/as...etc).

A lo largo de los años iremos buscando los cromos que nos faltan para conseguir la felicidad eterna, cromos como el amor, la felicidad, la diversión, el afecto, liderazgo...etc.
En definitiva, separar nuestra vida del egoísmo y del interés es engañarse a uno mismo. Desde los comienzos de la vida animal más primitiva (e incluso podríamos llegar a la misma conclusión en la vida vegetal) distintas especies han ido luchando por sobrevivir y por hacerse un lugar en este Mundo quizás demasiado cruel, por medio de la autosupervivencia. El Ser Humano hace lo mismo. Quien más cromos consigue, gana la partida.